Aportes principales de los filósofos y otros
pensadores posteriores que marcaron el interés hacia la cuestión criminal,
antes de formalización de las primeras escuelas criminológicas
Los primeros aportes, en la
construcción de la criminología actual, se pueden remontar a la época de la
filosofía clásica en la que vivieron los pensadores griegos. Uno de los
primeros filósofos en abordar el tema del castigo fue Protágoras de Abdera,
quien estableció la doctrina de que “el hombre es la medida de todas las cosas”
(Samaranch, 1995). Lo anterior significa que algo que para una persona puede
ser cierto, para otra no necesariamente lo es, excluyendo bien o mal como algo
binario.
Al respecto, resulta pertinente mencionar
la prolija vinculación esbozada por Rodríguez (1981) sobre cómo se puede advertir
la contribución de los principales pensadores del periodo griego clásico a
través de la orientación de su legado. Son visibles las tres tendencias
criminológicas comúnmente más aceptadas: biología, sociología y psicología.
Así pues, sin proponérselo, el
aporte universal de la Grecia clásica sigue siendo referente en la actualidad
como pensamiento influyente no solo de la criminología, si no de otras
ciencias.
El segundo gran pensador de la
época se puede asociar a Hipócrates de Cos a la corriente biológica, mientras que
Platón personifica el pensamiento sociológico y Aristóteles representa el
movimiento de la escuela psicológica.
El padre de la medicina es referido
como Hipócrates de Cos (460-355 a.C) y, con base en el trabajo secular realizado,
se puede tener como un punto de quiebre entre lo que, en ese entonces, se
entiende sobre las enfermedades (físicas o psíquicas) como algo atribuible en
su etiología al esoterismo (magia negra, brujería o hechiceresco) e incluso a
la religión. Esto porque el medico visualizo que las causas eran un problema
meramente biológico o fisiológico.
Ese rompimiento con las respuesta
religiosas o espirituales a los problemas del ser humano no solo lo catapulto
en el mundo de la medicina, sino que es punto de partida para la actual
criminología clínica.
En la Republica (1872), Platón (308
a.C) discurre sobre lo justo y lo injusto, sobre la virtud y las ofensas. En
esta, su obra máxima, consideraba que el ser humano es bueno, pero si se recibe
una mala influencia, puede caer en las mayores bajezas y ofensas. La desviación
de la conducta en la dialéctica de Platón hace que se le reconozca como
referente de la sociología criminal.
Platón reafirma lo dicho que la
falta de conocimiento y una mala educación, aunado a un estado silencioso,
puede cobijar gente sin oficio y de mal obrar, mediante un enunciado que es
considerado el antecedente por excelencia de la criminología ambiental.
Aristóteles, el tercer filósofo griego
clásico de mayor importancia deja atrás el mundo idealista de su mentor y busca
dentro de las formas respuestas a su realidad.
En su obra Ética a Nicómaco,
Aristóteles (349 a.C) reflexiona sobre el libre albedrio, el bien y el mal, considerando
que las personas son seres compuestos de cuerpo y alma, con una capacidad cognoscitiva
que les hace una especie superior. El filósofo griego sostenía la necesidad de
cultivar el alma y el cuerpo. Esto se lograba a través de la observación de una
buena educación, lo que conlleva el distanciamiento de la persona sobre la
esclavitud del vicio y de las pasiones mediante comportamientos responsables y
éticos.
En cuanto a las penas, comparte el
punto de vista de Platón, expresado en el Dialogo de Protágoras, ya que al
igual que su mentor, considera que el castigo debe ser aleccionador en el
sentido de que sirva de disuasor natural; es decir, comparten el hecho de que
deba servir para reformar a la persona.
Protágoras de Abdera
(485 a.C al 411 a.C): Considerado como antepasado común de la penología.
El castigo debe servir para evitar nuevos
delitos y reformar a el delincuente.
Hipócrates de
Cos (460 a.C al 355 a.C): Considerado como el padre de la
medicina. Es antepasado común de la corriente biológica.
Rompe con el esoterismo y la
religiosidad para explicar, de forma secular, las conductas desviadas.
Platón (427 a.C
al 347 a.C): La persona es buena, pero una mala educación, un
ambiente inadecuado y un Estado débil propicia malas conductas.
Aristóteles (384
a.C al 322 a.C): El ser humano tiene libre albedrio para actuar bien o
mal, pero las pasiones afectan esa libertad.
La pobreza es la razón por la cual
se cometen delitos y revoluciones.
Santo Tomas de Aquino
(1224-1274: El ser humano es bueno por naturaleza, conoce el
mundo a través de conocimiento que emane de Dios y las acciones desviadas son
producto del pecado original de Adán y Eva.
Em tiempos del Imperio romano,
ocurrió una escisión entre la religión y el castigo de los crímenes. Los
romanos estructuraron todo un conjunto de normas y leyes que sancionaban
diferentes conductas, con una serie de reglas que eran observables, incluso juzgados.
Esta ruptura con la teología fue conocida como una etapa naturalista del
derecho.
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